Individualismo, consumo y cosificación
de lo humano: las parejas DINK
Por Florencia Graziadío*
La evolución de
la sociedad de consumo nos coloca de frente a un nuevo fenómeno sociocultural que
se vuelve natural a nuestra vista. Cada vez más personas jóvenes con una
historia laboral rica y plena, elijen postergar o incluso, suprimir la idea de
tener hijos. Es decir que lejos de aprovechar el buen pasar socioeconómico que
atraviesan para traer hijos al mundo (o criar hijos existentes en el mundo),
éste es utilizado para mejorar la propia calidad de vida y de la pareja. ¿Por
que cada vez más sucede esto? La sociedad en la que vivimos se constituye con
una mirada y lógica ampliamente individualista, donde nuestras necesidades y
deseos personales cobran mayor importancia que ciertos valores ligados a lo
grupal y colectivo.
El fenómeno DINK tiene tres partes
importantes a ser consideradas: el
consumo, el individualismo y la
alienación.
El individualismo
posmoderno (el nuestro) se encuentra fuertemente ligado al hábito del consumo,
el cual ha sabido propagarse y consolidarse como un leitmotiv para cada uno de los integrantes de una sociedad, y en
este sentido cabe aclarar que se ajusta a las capacidades sociomateriales de
cada clase social, es decir que todos podemos consumir según nuestras
posibilidades materiales, sociales y culturales. Pero cabe decir que este
consumo al que nos acostumbramos, se plantea como fugaz y extremadamente
cambiante, los productos que adquirimos satisfacen cada vez en menor tiempo nuestras
necesidades – deseos y deben ser complementados y/o reemplazados más
rápidamente por otros para obtener los mismos resultados. Esto nos enfrenta a
otro fenómeno social: la alineación de uno mismo en el consumo ¿qué es esto?
Significa que es el mismo hábito del consumo el que nos somete a practicarlo
cada vez con mayor frecuencia, profundidad y naturalidad, ya que no percibimos
esta influencia de manera consciente. En este sentido, el consumo ya no es
visto como un medio para satisfacer una (presunta) necesidad, sino más bien es
percibido como un fin en sí mismo. Y para lograr este objetivo, nos vemos en la
obligación de trabajar mayor cantidad de tiempo para seguir consumiendo y
satisfaciendo nuestras necesidades (¿necesidades reales o inducidas?). Y como
no podría ser de otra manera, esta alineación en el trabajo y el consumo nos
coloca frente a la cosificación de las relaciones humanas, la cual consiste en
“creer” que nuestros vínculos humanos son simples elementos materiales que
parecen volverse obsoletos e intercambiables frente a otros intereses o inquietudes
que podamos tener. De tal forma que las parejas DINK consideran “objeto” al
vínculo hijo/a, y de igual forma se podría inferir que la misma pareja en sí
(la pareja DINK) es un objeto, ya que no habría impedimento material alguno
para disolver el vínculo entre ambos si se termina el “amor”.
El fenómeno DINK
reúne estos puntos señalados y a su vez interactúa con otros aspectos ligados
al desarrollo demográfico, a la causa ambientalista y al desarrollo personal.
Este fenómeno muestra un mayor desarrollo en aquellos países donde la sociedad de
consumo ha crecido significativamente, en este sentido las naciones
latinoamericanas estamos un poco más lejos de llegar a alcanzar un desarrollo
semejante del fenómeno DINK, al menos hasta ahora.
* Licenciada y Profesora en sociología, UBA.
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